domingo, 23 de mayo de 2010

Vereda cinco












Entre el color, esa diagonal
por camino, la mejor opción.
Quiero situarme ahí, donde
me sujete el blanco,
donde el amarillo aclame
lo ferviente, el rojo
poseerá la calculada facultad
de una erupción de capilares,
el azul, sin fatiga, será
como si el cielo fuese tierra.
Por poner unos colores, éstos,
sírvannos cualesquiera,
lienzo es la tierra, lienzo
en ella se es. La línea
calculada de un camino
tan sólo es éso, una raya
una línea en el camino.




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viernes, 14 de mayo de 2010

Vereda cuatro















Sé la voz y sé que soy
siendo en las sendas,
sé su voz suavizada,
sé mi nombre y sé
de lo poco que soy.
Saber es tanto
en este escaso tramo,
saber que el repique
de una retama
nos hace más sabios,
saber del renuevo,
esperarlo, sumarse,
en definitiva,
al asalto
de lo que sobre nosotros
anda. Sabiduría de dentro,
esa estancia duradera,
silencio y sima flotando
y nosotros ante su deseo.





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viernes, 7 de mayo de 2010

Vereda tres




Claro que ayuda el color. Parte de él
somos y a él volvemos como demanda.
Al menos yo. Y tú, vereda, has de sentirte
dichosa así, entreverada de verde, siendo
el amarillo quien restriega a mis ojos y
alimenta tu línea y tu codicia paralela.
Andar por ti, vereda, cada año percibir
la tierra y su pujante aventura de color.
Enloquecer no sería lo propio para decir
porque uno es sobrio en la cordura,
que también sobra decir ésto, sobriedad
y cordura al unísono, pues ya se entrañan.
Pero por un extraviado orificio me permito
el alucinador verbo del color y yo mi callada
por respuesta.






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