lunes, 26 de abril de 2010

Vereda dos





Al partir de casa que mi modo de decirte no te extrañe.
Sabes que te ando, sabes que no soy furtivo,
lo que me das y me conformo. Dejo el hogar
y las primeras pisadas se vierten para las piedras
que al regreso siempre dejan de sonar duras.
Ahora me voy, como lo hago todos días, imaginariamente,
hacia ese paseo donde logro rearmarme al respirar,
porque en ti respiro, vereda, y tú me conoces sobrado,
todo mi andar, toda mi repercusión en la casa que dejo
y a la que vuelvo, de ahí que no te extrañes.
Te lo digo, vereda, porque a mí acudes sin nada
y con todo, sin tiempo y con toda tu frondosidad de gallos.




.

2 comentarios:

  1. El tiempo matinal de las casas de campo en mi tierra, como en muchas, lo marcaban lo gallos. El sol pleno los hacía retroceder en su canto. Había amanecido. la vereda era, entonces, el inicio hacia el trabajo.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Damián por tu comentario en mi blog, estoy transitando tu vereda,me han gustado mucho tus textos y relexiones, enhorabuena por esta vereda naciente.
    saludos desde Madrid

    ResponderEliminar

Dime tu parecer de mi vereda